martes, 13 de octubre de 2015

Martes 13

Martes 13, menuda gloria. El frío y el clima gris por fin vuelven a la metrópoli, provocando que los horteras que apuraban el verano corran sin principios bajo las primeras gotas de agua de la temporada. Mientras tanto, mi sonrisa cómplice con el hombre al otro lado de la barra es síntoma de que vuelve la mejor época del año. Jano, ponme otra. 

Fina línea separa la paciencia de la compasión. En esta puta masa donde la conversación se debate entre tetas y el ciego de mañana. Echo de menos las discusiones de parque de antaño, las de litro en mano y criticar de lo que no sabías pero te apetecía. Que te diga Paul, si el fútbol solo era el preámbulo para opinar sobre una coleta revolucionaría o la política que existe dentro de los frentes ultras. Que te hable Ro sobre la inmigración y la integración en un barrio multicultural donde solo se descalifica al que bebe Cruzcampo, nunca al que celebra cada viernes la mítica fiesta de la cerveza. Hablemos del consejo de perdedores, donde el debate no era sobre con quién bailaste anoche, la palabra era crítica contra los profesores que sin máscara exponen sus preferencias en clase. Como no hablar de arte, sobre el Todo o la Nada, sobre el Guernica. Barajas sabía como combinar la bebida y la sabiduría en un banco y dos tragos, sin recurrir a la carne. 

Es por eso que añoro aquél consejo de perdedores. De frustrados y antisociales cuyo odio a lo común y amor a la cerveza les llevó a unirse cada viernes, sábado e incluso domingo. Que remedio tienen los que no saben apreciar entre lucir su moto nueva delante de la chica guapa de clase, o criticar con la amistad de siempre sobre cosas que nadie sabe. El parque es el lugar donde salen a relucir las ideas de cada persona, ebria o sobria, pero salen ideas cojonudas. Esos debates han enseñado más que cualquier libro académico que se tercie, e incluso más que algunos profesores que, quizás, estaban más frustrados que ese grupo de jóvenes. Larga vida al debate de parque y buena suerte a los que preferían arreglarse para echar cuatro bailes. 

"Hoy vuelve a ser martes, yo sigo en mis 13"

jueves, 10 de septiembre de 2015

Tragicomedia

Defectos que salen a flote en vasos con olor a ginebra, una cruz que carga el diablo en mi hombro izquierdo. Rayos que se funden con la nostalgia del pasado, tan solo eramos críos pegándonos para mantener intacto nuestro respeto. No luche por damas, si lo hice por hermanos, y en tantas ocasiones me arrepiento de casos. 

Olvidar para volver a confiar, confiar para poder creer, creer por miedo a caer, caer y lograr olvidar. Bucle diario en la ciudad de las siete estrellas sobre la lona roja. Donde el oro se tiñe ocre, porque no vale el sudor de tantos años a la espalda. El sufrimiento de las familias se camufla, ocultados bajo la mentira de ser felices salen con sonrisas vacías al portal de sus bloques. Los niños crecen entre la constante de la droga y del juego sucio, no juegan, no crecen, no tienen infancias fáciles. Se rompen las barreras de la lógica al ver que jóvenes honrados venden su ética por un contrato que les pague los vicios, que les haga ser parte de una sociedad infectada ¿Quién es más ruin? No es una queja, no es una protesta, es la visión sin maquillaje y la realidad que existe tras la venda. Es complicado alegrarse si no es con dos tragos encima, pero no es difícil echar dos tragos para alegrarse. Aprendimos a cambiar pero nunca nos mereció la pena, preferimos huir y pensar en lo que a nadie hemos contado. Nuestros miedos, esos que se olvidan en aquellos dos tragos. Roto.

No ofende quien puede, ni quien quiero que lo haga, ofende el que no sufre ni conoce lo que es el sufrimiento. Poetas del siglo XXI buscando musas en damas de porcelana, buscando la belleza antes que las ruinas. Escritos que quedarán en el olvido de las modas pasajeras para aquellos que ven alegría sin echar antes dos tragos. 

Un trago, por dejar de ser su favorito

viernes, 22 de mayo de 2015

Y al tercer día le traicionó

El miedo venció a la lealtad de los cobardes. La traición en bandeja de plata fina con la daga de los miserables, ¿Cómo vender tu infancia y a tu familia de distinta sangre por alcanzar el oro? La recompensa manchada de barro, jamás merecido la pena.

Aprendimos que la humildad y la fidelidad en nuestra familia sería eterna, que el tiempo y su puta rutina no acabarían con ella. En el barrio nunca hubo cabida para el oro, nos conformamos con el bronce. Y orgullosos de ello, nunca diremos lo contrario. Sabíamos que aquello de "los mejores" no era para nosotros y que el doble filo de los halagos no haría mella en nuestros ideales. Crecimos entre malta y al vals de la luna, aquel parque era testigo de que el paso de los años no ponia punto final a un sin fin de borracheras y noches malditas. Nos partiriamos la cara por defender los principios y valores de los que jamás presumimos. Nos fundiamos en coraje y rabia para reclamar lo que nos mereciamos, nunca más de lo que nos mereciamos, lo juro. Era nuestra guerra contra un mundo en el que los incomprendidos y mal vistos como nosotros no tenía un hueco donde demostrar lo que valían. Pero eramos consciente y nos encantaba. Sentados en bares y parques discutimos y criticabamos lo que nos daba la gana, a quien nos daba la gana y a veces incluso sin motivo alguno. Era nuestra libertad de expresar que lo que veiamos a nuestro alrededor no era para nosotros, jamás fue un delito y nunca nos reprimimos por ello. 

Aquella noche la lealtad tuvo un precio. El cielo se vistió miserable y las ratas olvidaron su pasado. Por aspirar alto vendió lo más sagrado a lo que juramos lealtad. Vendió su infancia, su familia y sus principios. Renegó de su pasado y olvidó sus orígenes. Mancilló lo que el parque había visto fundar. Aquel miserable se vistió de judas para apuñalar al hermano del que siempre tuvo ayuda. Al tercer día, le traiciono. 

miércoles, 25 de marzo de 2015

Bronce

Aquí nos partimos la cara por nuestras metas, por nuestros hermanos y por cada noche que el alba se bebe en vaso de tubo. La suerte queda en manos del cobarde, del perdedor. La suerte vive en la mente de los que no luchan, los que no pelean por alcanzar los galones de los que presumen. La vida son dar palos y recibir más aún, caer para volver a caer, romper la imagen del espejo y ver el reflejo opaco. 

Con los orígenes presentes, como siempre, el que olvida su cuna vive vacío. El cristal de la ventana brota un nuevo amanecer que me repugna más que el anterior, me recuerda el yugo y la soga a la que estamos condenados. Perdiendo la ilusión por el día a día me di cuenta de que un verso vale más que un halago, que arrancar una espina cuesta más que alcanzar una rosa y que, en ocasiones, ninguna merece la pena. Que puede salir de un ser que se mantiene por inercia, que piensa en sepia y reacciona prosa. Que puede salir de los suburbios de mi mente, de un Vietnam continúo que explota cada 24 horas contra mi propio yo. Un big bang que desencadenó desde el niño que fui al roto que escribe hoy estos párrafos cuando el insomnio atrapa. Si lo hice mal, lo sé, nunca lo negaré. Lo complicado es reconocer en este mundo de egos y menosprecios, donde vale más lucir cara bonita que ganarte tus logros. Valientes.

Niños que no saben como crecer, jóvenes perdidos en el fracaso de no ver un futuro agradable, adultos que se desahogan con un trago lo que tragan en un día de rutina. Hombres que gira sin empuje, que vacilan de ser poderosos a pesar de encontrarse rotos en el espejo. Lo importante es patentar un estatus, creerte alguien, da igual quien, alguien. No mirarte a ti mismo, conocerte es difícil y nadie va a aguantar que seas distinto. Es ese puto amanecer, que repugna más que el anterior.

Después de la tormenta no siempre llegó la calma.


jueves, 12 de febrero de 2015

Álgebra

Nunca hubo motivos suficientes, nunca un hombre feliz se convirtió en leyenda. Nunca un verso gris se quedó en el ocaso, ni una penumbra pensó en salir de allí anclándose en unos cálidos labios. No se si es por inercia o sinsentido, pero la vida nunca consigue darme lo que le pido. No me voy a partir la cara por quien no se lo merezca, jamás escucharé consejos cuando vengan de sus bocas. No os necesito para salir adelante, pero venir aquí para que no caiga. 

Se trata de un bucle de nefasta esperanza, donde el odio se hace homogéneo y solo escupe rabia en verso. De una vida basada en malta e insomnios, de un lobo solitario que cada vez que encuentra a su presa decide dar la vuelta. Es la estampa del fracaso más brillante y la oscuridad más suspicaz. De la evasión de los rostros que miran con distintos ojos pero misma mentalidad, miserables. No voy a pedir perdón a quien no se lo merezca, ni voy a faltar al que un día puso su mano en el fuego por mí. No voy a cambiar mis principios porque el de arriba así lo quiera, ni voy a mirar mejor a una masa inútil cuyo único viaje es hacia el conformismo. Que las hazañas de los nobles nunca saldrán a la luz, los admirados serán los cobardes que vagan entre la pena y la gloria. Entre el caos y el fracaso, nunca fuimos tan felices. 

"Perdona, no quería ofenderte ni ser desagradable contigo. A veces no puedo evitarlo, es como si fuera más fuerte que yo, y no vale la pena que me preguntes por qué, no te respondería, o te diría mentiras, pero hay razones, si las bucamos las encontramos siempre. Razones para explicar cualquier cosa nunca faltan, incluso no siendo las ciertas, son los tiempos que mudan, son los viejos que cada hora que pasa envejecen un día, es el trabajo que deja de ser lo que había sido, y nosotros que solo podemos ser lo que fuimos, de repente descubrimos que ya no somos necesarios en el mundo, si es que alguna vez lo fuimos, pero creer que lo éramos parecíaa bastante, parecía suficiente, y era en cierta manera eterno". José Saramago, "La Caverna". 

"Hoy poco alivia si pendes de un hilo".

martes, 30 de diciembre de 2014

Invicto vencido

Sean bienvenido a mi caos, a mi abismo. Donde la incertidumbre se hace rabia y la falta de respuestas es rutina. Los intentos de cambio caen como un paso en falso y destruyen las esperanzas por romper el marco de la penumbra. La oscuridad es mi luz, la vida mi muerte y la libertad mi condena. Sin solución ¿Cómo se rompe un futuro? Mis sueños de escapar atados a unos labios.

Juro y prometo que lo intenté. Jamás pequé de no poner de mi parte. No es cura de humildad, más bien es la hegemonía de una vida condenada a los continuos intentos de evadir el fracaso. Volví a caer. Volví a creer que se podía, que era un tiempo nuevo y una nueva mentalidad se abría ante mí. Pero no, era la misma mierda vestida de seda, trayendo el recuerdo de anteriores abismos. Que todo lo hice por ti, porque prometí que este año me mirarías desde el cielo con orgullo. Porque la honestidad y el esfuerzo no se negocian y la humildad es la daga más poderosa que me inculcasteis. La nostalgia es poesía, su figura es poesía, el dolor es poesía y la ambición de las personas nobles es poesía.

No me encontré, tampoco lo intenté. No me conozco yo, no trates de entenderme tú. Identificado con nada, sin referentes, sin patrones. Me crié en la escuela de pasa ese litro, del "chin-chin" en el barrio para que nada cambie. Y a día de hoy, mantengo con orgullo mi premisa. Veinte quince.

"Que los que callamos el dolor somos los que lo vivimos".

martes, 9 de diciembre de 2014

Beber para creer

Párteme la boca pero dime al oído la verdad. No me cuelgue sus galones, mi integridad no está en venta. Ya me cansé, perdí de nuevo el norte. No tengo que demostrar nada, ellos ya me juzgan sin pronunciarme. Me mantengo al otro lado del muro, contemplando la banalidad de sus retóricas. De cómo cambian de persona sin confiar en los demás. No me tengan estima, pues así no les defraudo. Prefiero ser quien soy, las consecuencias no las pienso asumir. No quiero cerca su hipocresía, creo en la verdad de las personas. Creer en unos labios como salida de esta celda, como punto y final a una historia oscura. Sin arrepentirme de lo que fui, no quiero volver a ser quien era. Joder, ya rompí mis cadenas para dejar a un lado mis complejos. Que no soy el mejor ni lo seré, no espero que los ojos que me miran lo hagan con bueno gusto. No quiero méritos que no he conseguido, ni siquiera premios que me atribuyan. Que no quiero vuestra vida banal y superficial, que me basta con lo que tengo. Tan joven pero tan viejo, Sabina decía la verdad. Joder, mirarles, no creen en nada y nada les afecta. Es un mundo casposo donde la realidad se disfraza con caritas bonitas escondiendo el odio.

Mamá, entiéndeme. Como quieres que lo deje si solo el alcohol me da cariño. Si vivo en un mundo paralelo, donde los hombres se hacen fuertes con principios y no levantando pesas. No soy un extraño, ojalá lo fuese. Miro más por su endereza que por la mía, por la risa de mi segunda madre antes que por disfrazar mi rabia contra los problemas. Si solo quería un paraíso platónico. De amor real y lujuria entre sábanas. Que no prometí el cielo, pues lo primero es no engañarme. Que mi meta no está en sus límites, ni mi mente en su falsa alegría. Que me valgo de pequeñas cosas, porque el infinito lo deshago con dos versos, deslizando mi dedo en tú espalda. Que no joder, que no. Que no son utopías.

De que me servirá alcanzar su cima si seguirán sin ver la pureza. Si nunca han contemplado la verdad de unos ojos por no ceder a sus prejuicios. Estira bien la venda, no veas la guadaña. Aprieta bien los dientes antes de escupir tus sentimientos. Me juzgan sin conocerme, están perdiendo el tiempo.

"Juicios en la boca, historias en la retina".